Bajo Las Estrrellas by Félix Viscarret
Algunos críticos hablan de un nuevo realismo dentro del cine español y concretan en lo que parece ser una corriente renovadora de cineastas que actúan como auténticos guerrilleros maltratando al espectador. Se trata de subrayar, de sugerir (si se prefiere) sentimientos a partir de imágenes y sonidos, sustituyendo las convenciones propias de la literatura y la narración clásica por las leyes que pertenecen a la tomavistas. Hay un punto intermedio entre la contemplación y la abstracción de significados para despojar al film de cualquier estructura (Honor de cavallería; Albert Serra, 2006) y entre el propio artificio que supone heredar algunos de los principios de la tradición literaria (Azuloscurocasinegro; Daniel Sánchez Arévalo, 2006) con películas que se escudan en un buen guión. Que el cinematógrafo naciese para algunos hace quince años con Reservoir Dogs (id, Quentin Tarantino, 1992) resulta preocupante. Para otros, sin embargo, su principal punto de partida está en la segunda mitad del siglo pasado con la nueva ola francesa que arrastraba ya cincuenta años de historia(s).
La ópera prima de Viscarret rescata un lenguaje falsamente heterodoxo a los ojos del cinéfilo poco entrenado, se queda trabada en medio de un camino y pone de manifiesto la heterogeneidad de una cinematografía que no encuentra hueco, que gravita entre el parecer y el ser: plagiando a otras que si han sabido escribir con la historia del cine delante. Aunque por suerte siguen habiendo casos tangencialmente opuestos: como el de Mercedes Álvarez (El cielo gira, 2004); Javier Rebollo (Lo que sé de Lola, 2006); el citado Albert Serra o el especialmente sensible Jaime Rosales (Las horas del día, 2003).
Lo normal es encontrase con un cine español que no respeta ni su propio itinerario. Los realizadores que si atienden a la memoria son capaces de cruzar la historia de España con la del cine, con la suya como modo de vida. No hay que caer en equívocos, no se trata de un privilegio que nos conceden sólo para relacionar diferentes autores con el objetivo de embellecer sus imágenes, pues de adoptar esta posición su cine estaría muerto; y por el contrario, respira y escribe sus tradiciones en las pantallas de las salas con más fuerza que los postmodernos. Ni de la simple cita cinéfila. Sino de una deuda, la del cineasta como historiador, aunque acabe siendo “el cine más importante que el resto de la historia por su poder de proyección” como apunta Godard en su monumental Histoire(s) du cinéma (1989-1998).
Pero en Bajo las estrellas chocamos con la sucesión de texturas impresionistas que no se desnudan para que el espectador interprete significados (podríamos decir en oposición al hiperrealismo de La soledad; Jaime Rosales, 2007). Su director oscila entre la metáfora y lo incuestionable; entre lo soñado y lo real sin adoptar una actitud valiente en un contexto político y social convulso. Al no haber sinceridad es fácil hacer demagogia con un tema que exige compromiso y respeto.
Las relaciones que presenta Viscarret entre la historia personal de sus protagonistas con la de su pueblo natal, Estella, se diluyen bajo el cielo de una puesta en escena presuntuosa en las continuas exhibiciones gratuitas: saltos de eje, montaje discontinuo, lenguaje literario y coloquial… La secuencia de la paliza a Benito (Alberto San Juan) es un intento por consolar a una parte del público que se ha ido decepcionando conforme avanza el metraje. El plano sonoro que compone su director queda lejos del aforismo bressoniano; y la película vuelve a rendir culto a la imagen fácil, lejos de la economía y minimalismo que defendía el cineasta francés.
¿Se trata más bien de una comedia con contrapuntos dramáticos y decenas de guiños? o ¿de otro intento de nuestro cine por encorsetar la “verdad” dentro del plano? Bajo las estrellas no aporta más que el reaprovechamiento de diferentes estilos propios –como el de los autores Vincent Gallo con Buffalo ‘66 (id, 1998) o Paul Thomas Anderson con Embriagado de amor (Punch-Drunk Love, 2002), los cuales sí han sabido enriquecer el arte que nos ocupa–, y de los cuales ha bebido Viscarret, olvidando el suyo propio. El suyo es, precisamente, un debut con forma de road movie carente de fondo. Su director ha podido abrir una ventana al mundo para la reflexión y, sin embargo, opta por agradar a un público que se conforma con poco. Entonces, queda ya lejana la estela de ese cine simbólico que España enterró con El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) hace décadas y que la cinta pretende recuperar haciendo gala de un título sugerente pero ineficaz.
Truffaut decía que al salir del cine después de ver Sed de Mal (Touch of Evil; Orson Welles, 1958) “no se sentía uno más listo ni más inteligente pero quedaba satisfecho de tanta poesía y tanto arte”. Cuando el film parece adquirir por momentos un tono sobrio en la segunda secuencia del cementerio gracias a los fuertes contraluces y el apoyo musical de la trompeta, las interpretaciones comedidas se alejan y dan paso a ese gran problema que tiene el cine español con el teatro. Por intentar llevar a la pantalla una parte del ser humano que necesita ser abordada con urgencia sin automatismos, sólo así percibiremos las películas mediante un objetivo único: el de la cámara.
Sinopsis:
Benito Lacunza (Alberto San Juan) es un camarero cuya máxima aspiración es ser músico de jazz. Durante unos días se verá en la obligación de volver a su pueblo natal, Estella. Allí descubre la vida de su hermano Lalo (Julián Villagrán), aficionado a hacer esculturas con chatarra. Y a la novia de éste, Nines (Emma Suárez), antiguo amor en la infancia de Benito. La vida de Benito dará un giro repentino al conocer a la hija de Nines, Ainara (Violeta Rodríguez), con la que comenzará una amistad que exige el compromiso con sus seres más queridos.
Título original: Bajo las estrellas.
Duración: 108 min.
Género: Drama
Año de Producción: 2007.
Nacionalidad: España.
Director y guionista: Félix Viscarret a partir de la novela “El trompetista del Utopía” de Fernando Aramburu.
Director de fotografía: Álvaro Gutiérrez.
Dirección artística: Gustavo Ramírez.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Música: Mikel Salas.
Producción ejecutiva: Cristina Huete.
Reparto:
Alberto San Juan: Benito Lacunza.
Emma Suárez: Nines.
Julián Villagrán: Lalo.
Violeta Rodríguez: Ainara.
Sunday, December 16, 2007
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