Silvia Munt puede estar satisfecha de su nuevo trabajo detrás de las cámaras, “Pretextos”, que se estrena en toda España este viernes, día 13. Esta mañana ha presentado la película ante la prensa en Madrid, acompañada de buena parte de su reparto (Ramón Madaula, Francesc Garrido, Álvaro Cervantes, Mercè Llorens y Laia Marull) y del productor Quique Camín, que se ha mostrado «muy satisfecho de esta cuarta colaboración con ella. Es nuestra primera película de ficción juntos, y nos hemos sentido muy a gusto». Tras esta introducción a la charla, la realizadora ha tomado la palabra para referirse a lo que sentía en ese instante: «las presentaciones siempre son un momento agónico, pero al tiempo esperado. Al ser mi primer trabajo de ficción he querido meterme las manos dentro de las tripas y sacar fuera cosas que llevo dentro, y mostrar la insatisfacción de esa burguesía acomodada que somos en muchos casos; he intentado retratar la relación entre hombre y mujer, y mostrar cómo es posible que haya gente que no quiere seguir luchando y tirar para adelante. Y siempre con sinceridad, lo que es cuestión compleja. Se ha escrito que este proyecto es para mujeres, y no es así, es para todos. Pero es cierto que cada personaje tiene algo de mí».
La trama se presenta uniendo teatro dentro del cine, ficción dentro de la realidad, mundos unidos y distantes que generan un esquema estructural muy complejo. Munt se ha referido a ello comentando que «el teatro, para mí, explica lo que no entiendes de la vida. Creo que lo que mejor resume toda la película es la famosa expresión “dime que me quieres, aunque sea mentira”. La representación teatral nos expone mejor de qué trata esta obra». Así pues, ante tal sinceridad por parte de la cineasta no se puede evitar pensar que este trabajo cumple para ella, en cierto modo, una función de catarsis en la que se ha sumergido a fondo, ya que también firma el guión junto con Eva Baeza. «Escribir y dirigir no me daba miedo, ya lo había hecho antes. Pero el reparto no lo tenía tan claro, Viena ─el personaje central, al que también presta sus rasgos─ está muy dentro de mí. Lo que he hecho ha sido rodearme de amigos». Desde luego, es indudable que estamos ante un proyecto muy íntimo, pero no sólo para ella: Ramón Madaula, su pareja en la ficción, lo es también en la vida real. «Bueno, es un tema que sopesamos mucho ─ha confesado─. Es indudable que al preparar el libreto partes de algo personal, pero luego los roles se disparan, te metes en tu rol y no hay más problema. Tenemos algún punto de similitud, claro, pero muchos otros no».
Laia Marull interpreta a Eva, un papel que vive inmerso dentro de la propia Silvia Munt. Pero la actriz ha asegurado que «ha sido fácil, porque ella me transmitió toda su fuerza. Y en cuanto leí el guión, me enamoré de Eva. Me encanta cómo han preparado el texto, cómo la respetan, sin juzgarla». Por su parte, Álvaro Cervantes se mete en la piel de Lucas, quien ha de grabar la obra de teatro, convirtiéndose en una especie de juez de los acontecimientos; en realidad, según ha dicho, esto «me ha servido enormemente como experiencia, ya que cuando rodamos tenía 16 años, así que he aprendido con todo lo que he visto y he tratado de absorber toda la potencia del personaje». Mientras hablaba, Munt le miraba con aire maternal, y no ha podido evitar un tierno comentario: «este chico me ha robado el corazón, de verdad. Creo que voy a adoptarlo». Vista la intensidad de la propuesta, podría dar la impresión de que se trata de una película triste, aunque la realizadora ha querido desmarcarse de esa idea, alegando que «es mi visión de la vida. Todos tenemos algún anciano en nuestra vida, y a chavales jóvenes, y todos tenemos relaciones que avanzan a trancas y barrancas… Es así. A mí lo que me parece triste es el típico chico-conoce-chica/chico-besa-chica/felices-para-siempre; creo que lo bonito es conectar con los demás, tirar del carro todos juntos de la mejor manera posible. Ahora bien, esta es mi idea, lo que quiero es que cada espectador saque sus propias conclusiones. Pero no he querido ahondar en la tragedia».
Volviendo a los actores, dan vida a profesionales del teatro, pero dentro de una película de ficción. Las opiniones sobre la dificultad de aunar ambas formas de trabajar han sido distintas; por un lado, Francesc Garrido se ha mostrado «encantado, ha sido un sueño. Lo mejor de ambos mundos, máxime con una directora de actores como Silvia. Ha sido sencillo, también porque siempre confías en que la cámara haga su trabajo, y recoja cada punto y cada pauta concreta». Por su parte, Mercè Llorens ha declarado haberse «concentrado muchísimo en la actriz de teatro, me olvidé un poco de dónde estaba la cámara, hasta el punto de que cuando vi el resultado final descubrí otra película. Me resultó complicado, no saber dónde está la mesura; algo que agradecí mucho fue poder ensayar, no siempre tienes la oportunidad y ayuda mucho». En el lado opuesto, Ramón Madaula, cuyo Daniel es un médico de geriátrico enfrentado a su pareja por el hecho de que considera que los artistas no aportan nada a la sociedad, todo lo contrario que él: «sabe que es la mujer de su vida, pero considera que su profesión es superflua. Esto es cierto un tanto en nuestro mundo, en el que lo artistas copan las portadas de las revistas mientras que médicos y tantos otros, gente útil que hace que todo funcione realmente, son anónimos». La propia Munt ha rematado el comentario: «también buscamos expresar las complejidades de la vida en pareja, cómo la fuerza de la costumbre puede acabar con todo, pero por otra parte puede impulsarte a seguir sin realmente quieres a la otra persona. Creo que es así, y creo en la vida».
Sunday, July 6, 2008
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